Las Hormazas está situada en las alturas por las que el río Hormazuelas comienza a caminar hacia el Arlanzón. En cuanto al significado de su nombre coinciden los filólogos en que significa pared de tierra o de adobe, que era el material más empleado en los primeros tiempos de la reconquista y repoblación (siglos IX y X).
Los reconquistadores de España y los repobladores de Castilla llegaron a las fuentes del Hormazuela a mediados del siglo IX, coincidiendo con la llegada del conde Rodrigo. Como buen militar, Rodrigo comprendió pronto la debilidad estratégica de Castilla y se aplicó a cerrar la enorme distancia entre Pancorbo y la Peña Amaya, ocupando tales puntos y estableciendo en Cuerno de Butrón (Villalta) un campo militar. Con estas garantías se formó la dinámica que movía a los foramontanos en su atrevida ocupación de espacio para levantar sus villas. Eran muchos los que llegaban hasta aquí, así que en un periodo corto de tiempo establecieron once poblaciones entre el Hormazuela y la villa de Manciles.
En un principio a esta villa se la llamó Hormaza y así fue hasta el siglo XVI, que comenzó a decirse Las Hormazas. Desde un principio la presentación urbana de Las Hormazas fue atípica, ya que la villa nació de tres embriones diferentes; tres barrios tan próximos que nunca tuvieron separación concejil, se llaman: La Parte, Borcos y Solano, de los que no hay documentación por separado. Otras villas surgieron en el siglo IX muy cercanas a Las Hormazas, como Fuenteseñor, Hornillos, San Felices, Espinosilla de San Bartolomé, Espinosilla, Tremellillos..., algunas de las cuales fueron absorbidas por Las Hormazas. No extraña por tanto que para toda la corriente humana del río Hormazuela se creara un alfoz propio. El alfoz de Las Hormazas obligaba a lazar un castillo y a que el conde nombrara un “tenente”, como delegado suyo en la administración, justicia y defensa del alfoz. Parece ser que se levantó el castillo, pero ya en el siglo XI, Las Hormazas pertenecía al alfoz de Castrojeriz.
La primera referencia escrita la hallamos en el Monasterio de San Pedro de Cárdena en el año 1066, cuando tenía ya doscientos años de existencia; se la cita como Ormaza Mayor y perteneciente al alfoz de Castrojeriz.
También se cita a Las Hormazas en el famoso libro del Becerro de las Behetrías de Castilla (1352), en el que narra que los vecinos de Las Hormazas elegían a su benefactor entre la familia de los Villalobos. Pagaban impuesto de martiniega la cantidad de 380 maravedises, que significa que la villa no era precisamente pobre. Esa cantidad se entregaba por orden real a don Fernando Rodríguez de Villalobos, que también se cobraba el impuesto de infurción (por los solares). En el año 1591 Las Hormazas era la cabeza del partido del mismo nombre, y abarcaba las villas de Tobar, Manciles, Villorejo y Cañizar. En el siglo XVIII se mantenían en el realengo sin que el Marqués de Las Hormazas tuviera después ningún derecho de jurisdicción. En los siglos barrocos la villa debió de mantener su rango, conclusión extraída de las maravillas que guardan sus iglesias y que datan de la época; nos referimos a las iglesias y a los retablos de San Pelayo (La Parte), Santiago (Borcos) y de San Pedro (Solano), además de la ermita de Nuestra Señora del Castillo.
En el año 1843 la villa reunía a 303 habitantes que disfrutaban de buenas aguas y fuentes, vivían en 90 casas y explotaban cuatro molinos y un batán. En el año 1925 eran ya casi 400 los habitantes de Las Hormazas, los mismos que en 1950. La villa, por otro lado, soportó los cambios políticos y económicos del siglo XX, contando en la actualidad con casi dos centenares de habitantes.